La esclavitud del ‘deber ser’: rompe el guion y sé el autor
La esclavitud del ‘deber ser’: rompe el guion y sé el autor
Hay una cárcel invisible en la que muchos viven sin darse cuenta. No tiene barrotes, pero encierra. No tiene rejas, pero limita. Es la prisión del deber ser.
Desde pequeños nos enseñan un libreto: estudia, trabaja, cásate, ten hijos, compra una casa, sé normal. Cumple. Agradar. No falles. No molestes. No incomodes. No pienses demasiado. Y sin saberlo, empezamos a actuar. Nos volvemos actores secundarios de una obra que nunca escribimos.
Pero ¿qué pasa cuando ese guion no resuena contigo? ¿Qué ocurre cuando sientes que estás interpretando una vida ajena, por miedo a decepcionar?
Este artículo es una invitación a romper el molde. A ser autor. No lector. No actor. Autor.
El peso del guion heredado
La sociedad ha creado un conjunto de reglas no escritas que premian la conformidad y castigan la autenticidad. Se espera que seas exitoso, pero no demasiado libre. Que seas feliz, pero dentro de los márgenes. Que sigas tus sueños, pero solo si encajan en lo socialmente aceptable.
El problema no es el éxito, ni la familia, ni el trabajo estable. El problema es hacerlo porque hay que hacerlo, no porque lo eliges con convicción.
Cuando vives desde el “debo”, tu libertad está hipotecada. El deseo se sofoca. El alma se adormece. Y poco a poco, la vida se convierte en rutina con esteroides: muchas acciones, cero sentido.
El costo de no cuestionar
No cuestionar el guion impuesto es como vivir con el piloto automático encendido. Tal vez logres todo lo que “deberías” lograr, pero sigas sintiéndote vacío, inquieto, desconectado.
No es casual que tantos lleguen a los 40 o 50 preguntándose: ¿esto era todo?
El costo de no cuestionar no se paga en dinero. Se paga en años. En potencial no vivido. En relaciones no auténticas. En sueños enterrados bajo obligaciones ajenas.
La rebelión no es huir, es elegir
Romper el guion no significa abandonar todo y mudarte al Himalaya. No es rebeldía adolescente. Es revolución interna.
Es mirar de frente lo que se espera de ti… y decidir con conciencia qué mantienes y qué descartas. Es tomar el timón. Es reescribir tu vida desde tus valores, no desde tus miedos.
Y eso da miedo, sí. Porque implica hacerte cargo. Ya no podrás culpar a tus padres, a la sociedad, al algoritmo o al sistema. Serás tú.
Pero también es eso lo que hace libre.
Si te da miedo hacer algo, hazlo con miedo.
Tres preguntas para comenzar tu propia escritura
- ¿Qué parte de mi vida actual obedece al “deber ser” y no a una elección auténtica?
- ¿Estoy en esta carrera porque quiero o porque es lo correcto?
- ¿Vivo así porque me hace sentido o porque así lo hacen todos?
- ¿Qué haría si no tuviera miedo al juicio o al fracaso?
- Esta pregunta revela tu norte verdadero. No lo que se espera, sino lo que arde dentro.
- ¿Qué valores quiero que guíen mi historia de vida?
- Define tu brújula. No valores heredados, sino los que tú sientas como propios.
El valor del silencio y la introspección
¿Cuanto tiempo puedes “aguantar” estando solo, es decir, solo contigo mismo? Hacer un viaje solo, salir al cerro solo, salir a andar en bicicleta, solo tu y tus pensamientos. Mucha gente no tolera pasar tiempo consigo mismos, esto no deja de ser una tristeza, considerando que tenemos que convivir con nosotros 24/7. No vas a encontrar tu propio guion si estás constantemente conectado, ocupado, distrayéndote.
Necesitas espacios de soledad. De honestidad brutal contigo mismo. Donde no haya testigos, solo tú frente a tu reflejo.
Los estoicos lo sabían: el carácter se templa en el silencio. Allí donde nadie aplaude. Allí donde las máscaras no sirven, Allí donde están solo tu y todos tus secretos.
Inspiración, no comparación
No estás solo. Muchos ya lo están haciendo. Gente que dejó carreras brillantes para hacer algo que les apasiona. Gente que eligió no tener hijos. O que eligió tener muchos. Gente que no encaja, y por eso brilla.
Pero ojo: no se trata de copiar otro guion. No estás aquí para ser una mejor versión de alguien más. Estás aquí para ser una versión real de ti. Inspirarte si, copiar no.
La libertad no se regala. Se conquista
Cada decisión que tomas por convicción es un ladrillo menos de la prisión del deber ser.
Cada “no” que das a lo que no te representa, es un “sí” a tu esencia. Cada renuncia a lo que esperaban de ti, es una afirmación de lo que tú esperas de ti.
Y eso incomoda. A otros, y a veces a ti mismo. Pero esa incomodidad es señal de crecimiento, no de error.
No esperes el permiso
No va a llegar el día perfecto. No va a venir alguien a darte autorización para vivir como deseas.
La vida no espera. Y lo único más trágico que fallar en tu intento de ser tú… es ni siquiera haberlo intentado.
Hazlo con miedo. Hazlo con dudas. Hazlo a medio camino. Pero hazlo tú.
Epílogo: el día que te conviertes en autor
Ese día no hay fuegos artificiales. No hay aplausos, no los esperes, nadie tiene por que celebrartelo, y eso esta bien, recuerda, buscas ser el autor de tu propia historia.
Pero ese dia hay paz. Y hay fuerza.
Porque cuando vives desde tu verdad, no necesitas adornos. Tu sola presencia es mensaje.
Y entonces entiendes: nunca fuiste víctima. Siempre fuiste el autor que olvidó que tenía la pluma en la mano.
Hoy, recuérdalo.
Y comienza a escribir.